Con la llegada de los árabes a estas tierras, y sobre los restos de la población hispano-goda, se construye en el siglo IX un castillo en la ribera del río Cuadros, del que hoy sólo quedan las ruinas.
Dicho castillo fue reconquistado en 1231 por el arzobispo de Toledo, D. Rodrigo Ximénez de Rada, en nombre de Fernando III "El Santo", dentro de una operación militar que culminó con la toma de otros dos castillos importantes: Sabiote y Jódar. Por este motivo su conquistador pidió al rey que la villa y el castillo de Garcíez pasasen a la jurisdicción del Arzobispado de Toledo, pero eso no sucede y pasa a depender jurídicamente del Obispado de Baeza el 18 de mayo de 1231. El litigio entre el Arzobispado de Toledo y el Obispado de Baeza finaliza tras la CONCORDIA que firmaron el arzobispo de Toledo y el Obispo de Jaén, el 27 de mayo de 1243, acerca de términos y jurisdicción.
El 18 de marzo de 1269, estando en Jaén Alfonso X "El Sabio", se le concede a D. Sancho Martínez de Xódar la "torre que dicen de Garcíes con su Cortijo, que es entre Baeza y Bedmar" por "los servicios que nos fiizo" como Adelantado Mayor de la Frontera Andaluza. De esta forma D. Sancho fue conformando un poderoso Señorío que abarcaba los términos de Jódar, Bedmar, Garcíez en Jaén y El Carpio en Córdoba. Tal concesión fue ratificada en 1273 por Alfonso X para evitar conflictos entre Toledo y Baeza.
D. Sancho cedió Garcíez a su hija Dña. Juana Rodríguez de Jódar y ella a D. Pedro Ponce de Cabrera (1315-1352), comendador mayor de Castilla. Éste, a su vez, le cedió la villa a su hija Dña. Toda Roldán de Sotomayor, que la llevó en dote en sus nupcias con D. Pedro Díaz de Quesada, señor de Santo Tomé desde el año 1310. El primer señor de Garcíez acometió la fundación de Santo Tomé el 13 de agosto de 1348.
Don Alfonso XI, en 1334, concedió al lugar de Garcíez el título de Villa, el cual sería confirmado por D. Enrique II "El de las Mercedes" en 1371. A raíz del señorío de Quesada, la villa de Garcíez tomó por escudo las armas de este linaje, consistente en veinticuatro armiños negros en cuatro bastones de plata de campo rojo con la leyenda "POTIUS MORI QUAM FEDARI" y al timbre, corona real que concedió Fernando IV de Castilla a D. Pedro Díaz de Toledo o de Quesada.
El escudo de la villa nace del anterior con algunas modificaciones: tres bandas
de gules con dieciséis armiños en campo de plata y por orla "POTIUS MORI QUAN
FAEDARI" sobre oro, y corona real. Los colores del escudo tienen el siguiente
significado:
La corona que timbra el escudo es un círculo de oro engastado de piedras preciosas que sostienen ocho florones de hojas de apio (visibles sólo cinco), interpolados de una perla cada uno. Los florones convergen con sendas diademas perladas en un mundo (globo terráqueo) de azur (azul, color que representa la justicia, el equilibrio, la sensibilidad, el cielo y la verdad) con el semimeridiano y el ecuador de oro (amarillo, que es la imagen del juicio, de la inteligencia, de la madurez del espíritu y que denota nobleza, magnanimidad, riqueza, poder y sabiduría), sumado de la cruz llana del mismo metal. La corona va forrada de gules.
El escudo tiene forma castellana porque corresponde a la zona reconquistada por los reyes de Castilla y va timbrado con corona real cerrada dado que dejó de pertenecer a un señorío en la época moderna (se otorgó el título de conde de Garcíez al XII señor de esta villa, D. Fernando o Hernando de Quesada y Hurtado de Mendoza, en julio de 1627) por orden de Felipe IV.
En el s. XV se traslada la ubicación de la villa de Garcíez desde las orillas
del río Cuadros al altozano en el que actualmente se encuentra debido a que
el anterior resultaba insano y enfermizo.